La Organización Internacional del Trabajo (OIT) decidió en 2002 conmemorar el 12 de junio como Día Mundial contra el Trabajo Infantil, con la finalidad de generar conciencia sobre la magnitud del fenómeno y sumar esfuerzos para erradicarlo. En este sentido, la celebración es una oportunidad para fomentar y coordinar las iniciativas en favor de estos propósitos por parte de los gobiernos, las patronales y sindicatos, la sociedad civil, los medios de comunicación, y muchos otros actores locales, como escuelas y ayuntamientos.
Este año, 2020, la conmemoración se centrará en el impacto de la crisis actual sobre el trabajo infantil. La pandemia por el COVID-19 y su consiguiente impacto económico y laboral, están afectando sobremanera la vida de las personas y su bienestar. Según se estima, hay 152 millones de niños en situación de trabajo infantil: de ellos, 72 millones realizan labores peligrosas. Actualmente, además, su riesgo es mayor: por enfrentar enfrentan circunstancias más difíciles, y trabajan más horas al día.
El trabajo infantil no solamente pone en riesgo a los menores de edad, también representa una violación al derecho internacional y a las legislaciones nacionales. Así, puede ser clasificado en tres categorías:
En 2014, en México se reformó el artículo 123, apartado A, fracción III ,de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para elevar un año la edad mínima para trabajar (antes eran catorce años, ahora son quince). No obstante, el Módulo de Trabajo Infantil 2017 del INEGI señala que a nivel nacional 3.2 millones de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años realizaron trabajo infantil: 58.2% refiere a ocupación no permitida, y 36.6% a quehaceres domésticos no adecuados. El número de personas en ocupación por debajo de la edad mínima para trabajar era de 802,890 personas (38.7%), y 1,267,543 (61.3%) se dedicaban a actividades peligrosas.